El Romanticismo by Emilia Pardo Bazán

El Romanticismo by Emilia Pardo Bazán

autor:Emilia Pardo Bazán [Pardo Bazán, Emilia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Crítica y teoría literaria
editor: ePubLibre
publicado: 1910-01-01T05:00:00+00:00


VII

La novela romántica — Los modelos anteriores o precursores del romanticismo — La novela subjetiva: Adolfo y Obermann — Las novelistas — Víctor Hugo en a novela — Superioridad de Nuestra Señora de París — La novela simbólica y social

emos recorrido los dominios de la poesía lírica y del drama romántico, y llegamos a la novela, género en que el romanticismo no representa un adelanto, sino más bien una dirección falsa, una confusión o error de rumbo; un extravío.

Al servirme de la palabra extravío, quisiera que fuese bien explicada por mí y bien comprendida por los que me leen. El extravío de un género, dentro de un movimiento tan hondo y de tan vitales consecuencias como el romanticismo, no es incompatible con la aparición, en el mismo género, de varias obras dignas de admiración y aplauso, como la derrota de un ejército no es incompatible con los episodios heroicos y las bizarras acciones que realiza. Hay que fijarse en que el romanticismo era una tentativa de renovación general, y aspiraba a hacer tabla rasa de lo vigente y establecido, trayendo a cada esfera y a cada orden de la producción artística y literaria nuevas formas e ideales nuevos, y al par exhumando los que yacían ocultos (según se nota en la arquitectura, donde el papel del romanticismo fue mera rehabilitación de los estilos gótico, románico y oriental). Cuando se emprende la tarea de renovar e innovar, el criterio para juzgar del valor de la innovación es, ante todo, comparativo. Si lo nuevo supera a lo que destruye, la innovación era buena y lícita. Si, por el contrario, lo nuevo parece inferior y acusa decadencia; si, pasado el primer instante de sorpresa, gastado el peculiar goce que siempre causa la novedad, se advierte que no alcanza la perfección y riqueza de contenido de lo antiguo, entonces hay un error fundamental de concepto en la dirección innovadora. Así se juzgan, no sólo las revoluciones estéticas, sino también las políticas, y por eso el movimiento político de Francia, en todo un siglo, no ha logrado infundir respeto a la historia.

En el romanticismo —recuérdese que de Francia hablamos—, la lírica y aún la historia son dos aciertos. Acaso no es dado al lenguaje ni a la inspiración llegar más allá de lo que llegaron Víctor Hugo, Lamartine y Alfredo de Musset; y si recordamos la sequedad y pobreza de la lírica en el siglo XVIII, veremos cuán necesaria era la renovación. Como las victorias bien ganadas son siempre fecundas, los grandes poetas líricos que sucedieron a Musset, Hugo y Lamartine tienen todos filiación romántica, más o menos clara, pero real; ninguno cuenta entre sus ascendientes a los rimadores del siglo XVIII: saben que proceden del Cenáculo y que no serían lo que son a no haberse bañado en las ondas del lago lamartiniano. Otro tanto, como veremos, puede decirse de los historiadores: las obras históricas de Voltaire, lo más lucido y sustancioso de la historia dieciochena en Francia, no hubiesen bastado para motivar la aparición de los Michelet y Thierry.



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